Salud mental y políticas de drogas

MariaSabinaNicoRosenfeldTomaremos en serio a la salud mental como tema de política pública el día en que dejemos de insultarnos con el término «enfermo mental». El día en que aceptemos, con humildad, que la ausencia de salud mental ocurre o ha ocurrido a todos. Y que, por lo tanto, la salud mental amerita la atención y colaboración de todos.

Tal vez lo que haga falta construir, antes que (o junto con) una política del uso de drogas, sea una de salud mental. Una política que aborde a la salud mental como un bien público a procurar y atender.

Tal vez nuestro continuo concebir y condenar a las drogas como un mal en sí, nos ha distraído respecto del bien a tutelar. Y tal vez la mejor forma de hacer política de drogas sea desde la procuración de la salud mental: de entornos saludables, de acceso a servicios de detección temprana, prevención, atención…

Ordeno aquí algunos apuntes al respecto, basados en ideas compartidas entre especialistas en el tema de políticas sobre drogas.

1. Las personas usan drogas para atender su salud mental. Se recurre a los efectos de una sustancia psicoactiva u otra, con la intención de resolver una situación –grave o no– de salud mental. La situación puede ser un problema preexistente al uso, o derivado o agravado por el uso. O puede ser tan mundana como en estos ejemplos: recurrir a un café como estimulante para trabajar; recurrir al alcohol moderado en una fiesta para procurarse alegría y bienestar en familia o entre amistades.

2. Las personas con mayores problemas preexistentes de salud mental, son más propensas a experimentar con drogas como una forma de automedicación. Son también más propensas a padecer consumos compulsivos y usos problemáticos.

3. Por lo tanto, si se atienden los problemas de salud mental antes de que aparezca el uso de drogas, los riesgos de abuso disminuyen. Esta prevención antes de las drogas, ¿es política de drogas, o política de «promoción de la salud mental»?

4. El uso social y otros usos recreativos, en considerables ocasiones brindan beneficios a la salud mental, aunque no estén exentos de riesgos. Negar estos beneficios, es negar la realidad misma de las sustancias psicoactivas y negarse la posibilidad de atenderla en forma integral.

5. Muchas sustancias psicoactivas—desde las benzodiacepinas hasta los alucinógenos, pasando por la ketamina y el MDMA—son aprovechables como facilitadoras en contextos terapéuticos de éxito comprobado en la atención a problemas de salud mental.

6. Hablar de salud mental es hablar de un objetivo deseable en términos positivos. Las políticas públicas pueden estar en contra de las drogas, en contra de las adicciones, en contra de los riesgos y daños, incluso en contra de la guerra contra las drogas. Pero ¿a favor de qué?

7. La salud mental, como la reducción de daños y la construcción de paz, se procura en colectividad. No solo mediante políticas públicas: mediante cultura.

Los órganos internacionales y las instancias del gobierno mexicano ya destacan en sus discursos la importancia de la «promoción de la salud mental«. Esto no se reduce a atender los casos más graves tales como esquizofrenia o bipolaridad. Un alto porcentaje de la población padece de ansiedad y depresión.

A final de cuentas, las personas usan drogas en un intento por empoderar su salud mental. Se experimenta las primeras veces para ampliar el mundo de experiencias. No necesariamente todos vamos a hacerlo con drogas, pero todos buscamos ampliar nuestro mundo de experiencias en algún sentido, como parte de nuestro apetito innato por crecer y desarrollarnos. La salud mental así lo exige. Las experiencias con sustancias psicoactivas han sido, son y seguirán siendo un campo más para el desarrollo y la ampliación de las capacidades humanas.

Addendum 2 de enero 2019: La violencia homicida desatada por el control del trasiego de drogas ilegales hacia el mercado más grande del mundo (EEUU) también contribuye a resolverse desde la salud mental: ver Radiografía del sicario mexicano, nota en Agencia Informativa Conacyt sobre la investigación de la Dra. Arcelia Ruiz Vázquez (agosto 2018).

[Imagen: María Sabina, por Nico Rosenfeld, en Pijama Surf]

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